Te tumbas en la cama bien entrada la noche, muerto de calor, medio sudando, las luces están apagadas y no se escucha nada más que alguna motillo que pasa por la calle o el camión de la basura. Pero entre los ruidos urbanos crees distinguir algo familiar. De momento es un lejano "zzzz", te concentras en él para comprobar que no sea otro sonido que tu mente asustadiza quiere transformar en uno de tus temores nocturnos. Al poco te convences de que lo que estás escuchando es realmente uno de ellos: está ahí, y te está acechando. Entre él y tú se establece entonces un desafío tácito, sabéis que va a librarse una batalla que puede durar toda la noche. En ese instante es cuando el repugnante insecto sonrie mostrando sus afilados dientes y comienza su campaña de terror volando en círculos sobre tu cabeza. Tú puedes seguir la trayectoria exacta que sigue a través de su desagradable zumbido, que cada vez va aumentando, hasta que en un momento de debilidad, una rápida pasada por tu oreja más expuesta hace que todos los pelos de tu cuerpo se pongan de punta y pegues un bote en la cama. Después de maldecir a la comunidad de insectos en general y a los culícidos en particular, enciendes la luz, coges un periódico de estos que te dan gratis en el metro y te subes a la cama en gayumbos, mirando para todos lados, esperando verlo y aplastarlo. Pero no le ves. Pero él a tí sí. Y lo sabes. Y te jode. Entonces es cuando alzas los dos brazos y le gritas al aire con todas tus fuerzas: "¡Pícame, pícame, maldito bastardo donde te venga en gana, pero lo que más quieras, no me atormentes más con tu zumbido ensordecedor!"
A los quince segundos de un silencio perfecto bajas los brazos y bajas de la cama con algo menos de dignidad, y con la cabeza gacha dejas el periódico, abatido, apagas la luz y vuelves a intentar dormir. Sabes que no ha servido de nada, y también sabes que la fama que tienes en el bloque no es injustificada. Estás ahora tumbado esperando otro nuevo ataque de tu enemigo. Y no tarda mucho en llegar, de repente, y sin verlo venir, un nuevo y más agudo zumbido te atraviesa el cráneo de lado a lado, y volvemos a la misma operación de las luces, el periódico y el lamentable griterío.
Es muy común en estos casos encontrarse a uno mismo en pleno verano a las 4:30 de la mañana totalmente tapado hasta el cuello con la sábana y con la cabeza cubierta por un cojín, llorando en silencio mientras ves las horas del despertador pasar muy lentamente.
Ahora mismo que estoy escribiendo esto en la oscuridad del salón, acaba de atravesar la pantalla uno de esos miserables bichejos, sin mucha prisa, con una actitud desafiante, como retándome. Pero esta noche no podrá conmigo. Cojo el periódico y enciendo la luz...
1 comentario:
eso es asi! Yo me tapo con la sabana por encima de la cabeza, de modo que me envuelva completamente, y luego la remeto debajo de mi cabeza y por el costado, de modo que quede como hermético, pero a su vez con cierta tensión (siguendo la técnica de la tienda de campaña) que permite que se creen bolsas de aire, que debido a la porosidad de la sábana, se ventilan y renuevan a lo largo de la noche, permitiendo una correcta refrigeración y evitar la sensación de asfixia. Lo malo esque hay que mentalizarse antes de dormirte de la importancia de no moverse, pero siguiendo algún metodo de relajación y control mental se consigue sin problema. En asturias hay mosquitos? Un saludo
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