Me encantan las mujeres con carácter, y si son guapas, mejor que mejor. Aquí os presento a una de ellas, Roza Shanina, una chica rusa que en plena Segunda Guerra Mundial, con 19 años y un par de huevos, se alista en el Ejército Rojo después de haber pasado un año en la prestigiosa "Academia Central de Francotiradoras". En una ocasión desobedeció a un comandante de batallón que le ordenaba que se retirara a la retaguardia, soltándole una frase al más puro estilo Acorralado: "Volveré cuando termine la batalla", frase que inspiró el título de un libro que cuenta su vida. Murió con 21 años, habiendo servido en la Guerra durante 2, y se cargó a 54 soldados con una sangre fría que asusta. Qué guapa era, pero qué jodía...
Un dato curioso es que normalmente las mujeres francotiradoras se colaban tras las líneas enemigas vestidas como pastoras o campesinas, con los fusiles desmontados escondidos en cestas o entre la lana de las ovejas. Una vez en el otro lado, escogían un buen escondite y a matar a la peña. Lyudmila Pavlichenko, responsable de 309 muertes y por tanto la más mortífera de todas, ocultaba su ligerísimo cuerpo en las copas de los árboles, donde a nadie se le ocurría mirar. Claramente, esta estrategia no hubiera funcionado en España. Una chica guapa y sola por el campo... no pasa desapercibida para un grupo de soldados españoles salidos y tarados por la guerra. Ya me estoy imaginando la retahíla de finos piropos que le podrían soltar a la pobre chica... No los pondré aquí por respeto al gremio de las francotiradoras.
La roza es también un tipo de trabajo agrario, que consiste precisamente en rozar la tierra con una azada por ejemplo, con el objeto de que la capa más superficial de la tierra se airee, haciéndola más permeable al agua, y ya de paso eliminando los rastrojos que puedan haber crecido y que en un momento dado puedan salir ardiendo.
La Wikipedia es la ostia...
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