En mi calle hay un frutero paquistaní que se parece muchísimo a Felipe González. Siempre está en la puerta de la tienda el tío, muy serio, fumando. Claro, no puede fumar dentro. Yo cada vez que paso por delante de la frutería me quedo mirándole, porque el parecido es asombroso. Sólo que éste es más moreno. Y tiene los labios más oscuros, como morados. Y pelazo. Ya sabéis cómo se las gastan esta gente con el tema capilar, nada de contemplaciones, una buena mata. Como Felipe.
El caso es que siempre que paso por la tienda me quedo mirándole, y él se me queda mirando también. A lo mejor le molesta que le mire tan fijamente. ¡A lo mejor yo me parezco a algún político paquistaní! El caso es que de tanto verlo, le he cogido simpatía. Quizás quiero ver en él el carisma del verdadero Felipe González, no lo sé. A lo mejor un dia me da el punto y le hablo, y le comento lo de su parecido. Y a lo mejor le hace gracia y nos hacemos coleguitas, y quedamos de cañas, y hablamos de nuestras cosas, y un dia le invito a casa a comer... Y quién sabe, a lo mejor es un facha de cojones, pero eso no importa, porque seremos amigos.
Sin embargo, amigos, de todos los universos paralelos que existen, los científicos aaseguran que vivimos en uno de los más aburridos, por eso estas fantasías raramente se cumplen. Eso sí, el dia que me encuentre yo al frutero paquistaní fumando en la puerta de su tienda enfundado en una chaqueta de pana, ese dia entenderé que en el contínuo espacio-tiempo se ha producido una colisión con otro de esos múltiples universos, probablemente uno más rumboso. Y tendré que tomar cartas en el asunto.
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